Nada es lo que parece

Todo comenzó esta mañana con una palabra. Era una palabra de otro idioma, que estaba incluso trucada, cambiada para ajustarse a los efectos de una propaganda. Pero era una palabra conocida, mi mente la reconocía y, de pronto, ante mis ojos, la palabra se abrió. Dejó de ser sólo letras impresas y se abrió, suave, pausadamente, como si tuviera pétalos. La palabra estaba llena de armonías y quería que yo la escuchara. Su melodía me llenó el alma y ya no quiso irse. Incluso ahora, tantas horas después, puedo sentirla resonando por algún lugar aquí dentro. La palabra era toda canción.

Luego le llegó el turno a una canción. Esta sí que era una canción completa, una que he escuchado miles de veces. La conozco tan de punta a cabo que ya no la creía capaz de sorprenderme. Y sin embargo lo hizo, me sorprendió. La canción en algún momento dejó de serlo y se transmutó rápida, certera, en un objeto punzante. Con un golpe limpio se coló en mi pecho ―hubo dolor, todo hay que decirlo― y se expandió, se expandió, se expandió hasta hacerme romper en llanto. La canción, que parecía tan inofensiva, no lo era tanto. La canción en realidad era una llave.

Y ahora, hace un momento, acabo de ver el cesto de la ropa sucia. Estaba allí, blanco, incólume, inútil, vacío. Me devolvía la mirada ya no con altanería, como lo hiciera hasta ayer, sino con algo que en el fondo era muy parecido a la tristeza. Parecía a punto de preguntarme: "¿Y ahora qué hago?" Pero a estas alturas, ya yo estaba alerta: hoy es uno de esos días en que nada es lo que parece. El cesto, lo supe enseguida, no era un simple cesto vacío. El cesto era mi voluntad.

Y es que el mundo, bueno, el mundo no es lo que parece. Es más, mucho más. Sólo hay que estar atentos y alinearse con esa vibración especial que convierte lo cotidiano en mágico, lo real ―como diría Carpentier― en maravilloso.

Giuseppe Arcimboldo- Otoño (1573)
Imagen tomada de Wikimedia



Licencia de Creative Commons

Comentarios

  1. percibo un poco de tristeza en tus palabras, disfrútala! los sentimientos nos hacen humanos, la nostalgia nos sitúa en tiempo y espacio y es una delicia no tener que fingir que está todo bien para no estropear el día al resto de la familia, hasta la tristeza es un lujo cuando tienes gente dependiendo de tí, un abrazo lejano, pero sincero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vilmita, quizás estaba un poco hipersensible, pero no triste, no te preocupes. Fue un día de percepciones diferentes, y lo disfruté mucho. :) Pero gracias mil por el abrazo, eso siempre me viene bien! Besos!

      Eliminar
  2. Una percepción tan aguda me suena a antesala de la iluminación... en cualquier momento te veremos escribiendo haikus sobre tu cesto de ropa vacío!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja! Lamentablemente, esta agudeza viene y va, y no es tan frecuente como me gustaría :)
      Haikus? No, creo que no. Yo necesito extensión a la hora de expresarme... Ya los probé alguna vez y no me entiendo ni yo, ajajaja!
      Abrazo!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares