De domingos y de gatos


Hoy he visto pasar el día por mi lado, literalmente. No es lo mismo que literariamente, aunque se parezcan y aunque en este caso hayan sido causa y consecuencia. 

Sucede que me senté a leer sobre el mediodía y, salvo una pausa o dos, no me levanté de mi asiento hasta hace unos minutos. Sucede también que mi asiento favorito para leer libros en papel está justo al lado de la ventana, y yo lo inclino de modo que al alzar la vista de la página toda la ventana y su más allá caigan sin esfuerzo dentro de mi campo de visión. Sucede además que el día, no por ser domingo, ni por ser domingo de elecciones y ni siquiera por ser el domingo en que se decide el ganador del mundial de fútbol; el día, pues, sin cobrar constancia de las distinciones que de él hacemos, no dejó de pasar. 

Y pasó. 

Pasó todo un domingo de punta a cabo, con todas sus horas compuestas de minutos llenos de segundos sin admitir interrupciones. Pasó un domingo típico con todos sus típicos cambios de luz, violentos algunos, imperceptibles otros, demorándose los más en su propio gusto colmado de fugacidad. 

Pasaron también junto a mi ventana todos los gatos habituales, sin amontonarse. Cada cual a su hora y cada quien a su ritmo. Los gatos, como los cambios de luz, gustan de regodearse en su impermanencia. Si hay alguna diferencia entre unos y otros es, con toda seguridad, que los gatos tienen plena conciencia de que no hay nada más bello que sus movimientos ancestrales mientras que la luz, tan rápida ella, no puede detenerse en tamañas nimiedades.

Crédito de imagen
Los gatos, como los domingos, pasan por mi lado ajenos a todo tipo de partidos, ya sean de aquellos en los que se corre tras una pelota o tras un cargo político. Tampoco reparan en mí, inmóvil tras mi libro, inmóvil como el libro. Los domingos y los gatos no entienden de estas diferencias. 




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Comentarios

  1. Tu texto desde la ventana me recordó éste, Elena, del gran León Felipe: "Qué lástima":
    http://jimeneydas.blogspot.mx/2008/02/ahora-len-felipe.html

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  2. ¡Qué rico! Cómo anhelo un domingo u otro día cualquiera como este tuyo.

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