¡Cubanos!

Acabamos de salir del departamento que tienen aquí un par de muchachos cubanos. Ellos recién regresaron ayer de unas vacaciones en Cuba, y nosotros fuimos a su casa a recoger algo que nos habían traído de parte de unos amigos.
Pero lo interesante de la visita es haber chocado nuevamente con esa idiosincracia cubana que nos distingue en el resto del mundo, como hace tiempo que no chocábamos.
Para empezar, quedamos con ellos en pasar a las 4 pm por su casa, y llegaron a las 4.30 (muy cubanos hasta en eso). Enseguida nos invitaron a pasar, nos brindaron algo de beber ("Cerveza, ron, whisky, hasta vodka tenemos... ¡que no se diga! Sin pena, compadre, ¿qué te sirvo?"- le decía uno a mi esposo, mientras el otro, al mismo tiempo, me decía desde la puerta de la cocina a voz en cuello: "Y tú mi niña, ¿que vas a tomar? ¿Un jugo? ¿Un cafecito...? ¡Aprovecha que está acabadito de llegar de la bodega!!") Al final nos tomamos un café "a lo cubano", esto es, fuerte y negro como la tinta, pero bien sabroso... "¿Cuánto le pongo de azúcar?... ¿Sin azúcar? ¿Pero cómo? ¡Qué va!"
Y mientras uno ponía la cafetera al fuego, el otro encendía el equipo de música, y -con el volúmen no muy bajo que digamos- comenzó a sonar Habana Abierta. Y comenzó la conversación, tratando de superar el volumen de la música, que fué pasando por todo, desde conocidos comunes, historias de barrio, el común del poco tiempo libre que te queda cuando sales de allá... "Eso no lo entienden los que se quedan, te reprochan que no escribes, pero coño compadre, es que aquí no le queda tiempo a uno ni pa' rascarse los... (con perdón de la muchacha ) Yo tengo como tres trabajos y le meto al carro como cien kilómetros diarios, llego aquí muerto...". "Lo peor es cuando regresas, porque to' el mundo se piensa que uno acá está podrí'o en dinero, y to' el mundo quiere su regalo... ¡nunca quedas bien con nadie!... ¿De verdad que no quieres un traguito'e ron?-miraban incrédulos a mi esposo- Mira que hoy compramos hasta aceitunitas..." Desde eso hasta el terrorismo, que si es o no condenable el asesinato y desde qué punto de vista... Y se acaloraban, y la conversación subía de tono, y salía otro traguito de whisky, y más aceitunas, "¿Les hago otro poquito de café? ¡Coño,asere, se te olvidaron las galleticas! Caballero, tengo galleticas de mantequilla, de las de latica!!! ¿Quieren?"


"Hace calor en la Habana vieja... Hace calor en Mi Habana"



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